viernes, 20 de febrero de 2015

El Reloj del Bisabuelo...



Lo ví una sola vez que yo recuerde, habré tenido alrededor de unos 5 años talvez. Estaba en un cuarto del sanatorio español, conectado a un sin fin de máquinas. Yo iba con mi madre, recuerdo que me espanto muchísimo ver a aquel señor conectado a tantas máquinas, pero una en especial, hacia un ruido muy fuerte y feo, supongo que era algo que lo ayudaba a respirar. Yo espantadísima, me trataba de meter lo mas que podía detrás de mi mamá, como la muralla de protección que siempre ha sido para mi. Esa es la única vez que recuerdo haber visto al Bisabuelo Andrés.

La bisabuela ya había muerto, a ella nunca le ví.

Mis bisabuelos habían tenido puras hijas, 5 sí no estoy equivocada en algo. Se llamaban Angela, Concha, Andrea, Teresa, mi abuela que era Consuelo y una mas que por alguna cosa ni siquiera se le nombraba.
Habían pleitos casados entre hermanas con mi abuela, así que el acceso al bisabuelo, pues no era lo cotidiano que debería de haber sido. Por eso el hecho, de que yo lo conociera practicamente, cuando se estaba muriendo.

De todas las hermanas de mi abuela, solo veíamos a una de ellas: mi tía Tere.
Ella era divina, iba todos los domingo a mi casa después de la hora de la comida. Era simpática y bonachona. Muy trabajadora e independiente, yo la admiraba mucho.

Desde que murió el bisabuelo, o quizas desde lo de la bisabuela, todas mis tías tomaron el luto perpetuo. Todas eran solteras, menos mi abuela y la innombrable. Así que Concha, Angela, Andrea y Tere, vivian juntas en un departamento en la colonia Santa María la Riviera. El abuelo les había dejado algunas propiedades y dinero, por lo que ninguna trabajaba. Mi tía Tere trabajaba practicamente por salud mental y no estar metida todo el tiempo con aquellas mujeres.

Los domingo que mi tía Tere iba a la casa, la llevaban de regreso a su casa, mi hermano José Luis o mi papá. Cuando la llevaba mi hermano, yo me le colaba para acompañarlos. Siempre la dejabamos a unas cuadras de su departamento o por mucho abajo de él, siempre con la cosa de que no nos vieran las otras tías.
Los motivos???....hasta el día no los conozco del todo bien.

Solo recuerdo un par de veces, en los que mi hermano y yo, subimos a aquel departamento que nos parecía por demás misterioso.
Lo recuerdo muy vagamente, pero estaba amueblado con aquel tipo de mueble de madera maciza antiguo, el departamento tenía un olor peculiar...como a encerrado.
Una de esas veces entramos hasta el comedor. Las otras tías nos ofrecían algo para beber y algunas frutas para que comieramos, mi hermano renúente dío las gracias sin aceptar lo ofrecido y nos marchamos. Pero hubo algo que a mi me llamo la atención; en la pared principal del comedor, había un reloj de péndulo diferente al que nosotros teníamos en casa. Esa fué la única vez que ví el reloj del bisabuelo Andrés.

Con los años se fueron muriendo las tías. Primero Angela, después mi abuela, Concha, Tere y hasta la innombrable. Solo quedo Andrea. Y entonces mi madre y mis tías  empezaron a cobijarla, ayudarla y a estar cerca para lo que necesitara. Con el tiempo, entendió que ya no podía vivir sola y acepto que se le buscara un buen asilo donde estuviera comoda y atendida, pero no quiso deshacerse del departamento de la Santa María.
Así estuvieron unos años, hasta que la salud de Andrea empezo a desmejorar mucho. Entonces ella, pidió que por favor desmantelaramos aquel departamento. Que se vendiera lo vendible, se regalara lo regalable y se tirara a la basura lo que quedara.

Imaginense, recuerdan que les dije que aquello olía a encerrado cuando ellas vivían ahí???....Imaginense a lo que olía después de varios años que nadie, absolutamente nadie había entrado en esa casa. Mi tía, se ve que había hecho su maleta para irse al asilo, cerró aquella puerta y nunca mas regreso. Les estoy diciendo, que por ejemplo el refrigerador, se había quedado con toda la comida que había en aquel momento y no se había vuelto a abrir en años!!!...

La primera vez que fueron, entraron dieron un vistazo de lo que había que hacer y salieron corriendo de ahí.....jajajajajajajajaja

Después fuimos mis tias las gemelas, mi madre y yo, pero no fuimos así como así... regresamos armadas!!!....jajajajajajajaja....Ibamos con guantes, tapabocas, escobas, recojedores, bolsas gigantes de basura. Esa primera vez solo iríamos a limpiar.
Tardamos horas y horas, había un cuarto completamente lleno de piso a techo de cajas de cartón vacías...como para que querían eso???. Era incomprensible para nosotras.
El refrigerador aún estaba conectado y funcionando, no quieren imaginarse lo que había adentro. Así que junto con la basura que rellenamos bolsas y bolsas de cosas que no servían para nada, se fúe el refrigerador tal y como estaba. Los que se lo llevaron estaban realmente contentos, al fin y al cabo, era un buen refrigerador.
Y estando ahí, tomando un pequeño receso, ví aquel reloj que tanto me había llamado la atención cuando era niña. El reloj del Bisabuelo.
Consuelo y Pilar, mis tías, me dijeron: Sí te gusta, llevatelo, es tuyo!!!

Como no me iba a gustar???. Además de que era bello, era de alguien especial al que nunca pude conocer bien. Así que lo bajamos y me lo lleve.

Por supuesto, después de tantos de que nadie le diera cuerda, no servía.

Yo aún no vivía en la ciudad de méxico, seguía estando en salamanca. Así que le pedí a Ernesto, que sí me lo podía guardar en su casa, ya que me daba miedo llevarmelo y que algo le pasará en el autobús. El se lo quedo.

A los meses llego la navidad. Entonces Ernesto me dió la sorpresa, había mandado arreglar el reloj con un relojero austriaco que esta en tlalpan.... Funcionaba!!!

Desde entonces esta con nosotros, yo no me imaginaba venirnos sin el a suecia. Decidímos arriesgarnos a traerlos, a embalarlos bien y a encomendarnos a todos los santos para que no llegarán hechos pedazos. Llegaron enteros, porque debo decirles que Ernesto, tambíen tiene el suyo herencia de su abuelo.
El mío no tiene campanas, pero es muy ruidoso su péndulo. No imagino no poder  escuchar ese sonido...... es el sonido del corazón nuestro hogar.









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